Corazonadas

2024 - Presente

“Estas Eran las Perlas de Mi Abuela, Ahora son Tuyas”, 2025
Acrílico sobre lienzo
24 x 48 pulgadas

Los corazones cuentan historias. Unidos por finos hilos de perlas, representan los lazos que nos conectan a través del tiempo. Cada perla es una promesa, un recuerdo, un vínculo que trasciende generaciones. Así como las joyas se pasan de mano en mano, de madre a hija, de abuela a nieta, los corazones también heredan sus historias.

¿Te has preguntado alguna vez qué significan las joyas que atesoramos? ¿Son solo objetos, o son portadores de memoria, fragmentos de quienes fuimos y quienes seremos? Tal vez las cadenas que envuelven estos corazones son como los collares que han adornado a nuestras abuelas, símbolos de amor, fuerza y pertenencia.

Cada línea perlada es una danza de momentos: bodas, nacimientos, despedidas y reencuentros. A veces se enredan, a veces se tensan, pero siempre conectan, recordándonos que somos parte de algo más grande que nosotros mismos.

“Evidencias de Algo Amado”, 2025
Lápiz de color sobre papel
11 x 8.5 pulgadas

¿Cómo se arregla un corazón roto? ¿Puede volver a ser entero, o debemos aprender a vivir con las fracturas? El desamor llega en innumerables formas: el silencio después de una despedida, el dolor de perder a alguien querido, la punzada del fracaso que persiste mucho después de la caída.
Dicen que el tiempo cura todas las heridas, pero el tiempo por sí solo no nos sana. En cambio, nos enseña a atravesar el dolor, a suavizar sus bordes afilados con momentos de alegría, propósito y distracción. Algunos desamores nunca desaparecen por completo; en cambio, se convierten en parte de nosotros, entrelazados en nuestro ser.
Arreglamos nuestros corazones rotos no olvidando, sino atendiendo las grietas, trazando sus líneas irregulares con intención y cuidado. Como el Kintsugi, el arte japonés de reparar la cerámica rota con oro, podemos abrazar nuestras cicatrices como parte de nuestra historia. Las fracturas ya no significan algo destruido, sino algo resistente. Cada línea se convierte en un testamento de resistencia, cada costura dorada un recordatorio de que la belleza puede surgir de lo que alguna vez estuvo hecho pedazos.
Arreglar un corazón roto no es borrar su dolor, sino llenarlo de significado, transformar lo que estaba roto en algo fuerte, algo luminoso, algo entero.

“Te Amo con Locura”, 2025
Lápiz de color sobre papel
11 x 8.5 pulgadas

Reflejo de las palabras de Mario Benedetti en su ensayo "El Amor y la Locura". En ese texto, Benedetti describe cómo el amor, tan sublime y noble, se encuentra inevitablemente unido a la locura, esa chispa salvaje que rompe con la razón y libera las emociones más profundas. El corazón, intenso y vulnerable, parece late con esa misma pasión desbordante, con sus tonos rojos que evocan el ardor de un sentimiento que desafía la lógica. Las pequeñas espinas que sobresalen de su superficie nos hablan de las heridas que el amor puede infligir, como si cada recuerdo, cada caricia y cada promesa dejara su marca imborrable.

La venda que rodea al corazón es una metáfora perfecta para esa necesidad humana de curarse después de amar, un intento de contener lo indomable, de proteger lo frágil sin sofocar su esencia. Sin embargo, como bien apunta Benedetti, el amor siempre lleva consigo un toque de locura, una entrega sin garantías que, pese a las cicatrices, nos mantiene vivos. Hay tensión entre la vulnerabilidad y la fuerza, entre el dolor y la esperanza, en un abrazo eterno y contradictorio que solo los enamorados entienden.

CLICK EL AMOR Y LA LOCURA PARA LEER EL ENSAYO

“El Colmo de Cupido”, 2024
Lápiz de color sobre papel
11 x 8.5 pulgadas

La delicada tensión entre lo divino y lo humano, inspirado en el mito de Cupido y Psique. El corazón, atravesado por una flecha dorada que aún sangra, simboliza ese amor que, aunque destinado a ser eterno, también puede ser herido y marcado para siempre. Las alas blancas que emergen de sus lados, suaves y etéreas, hablan de la pureza y el deseo de elevarse más allá de las dudas y los miedos, mientras el halo dorado sobre él sugiere la sacralidad de un sentimiento que trasciende lo terrenal.

Sin embargo, como en la historia de Cupido, este amor no está exento de contradicciones. La flecha, que debería haber sido un instrumento de control y destino, se convierte en una trampa para el propio arquero, recordando cómo el amor, a veces, se rebela contra nuestras intenciones y nos transforma sin aviso. Es un tributo visual a la fuerza indomable del amor, que nos hace vulnerables, pero también nos concede la oportunidad de volar más alto que nunca.

“Sagrado Corazón”, 2024
Lápiz de color sobre papel
11 x 8.5 pulgadas

Sagrado Corazón de Jesús, cargado de simbolismo personal y espiritual. Al dividir el corazón en dos, separado por la corona de espinas, presento el conflicto entre la fe y la duda, entre la tradición y la búsqueda de identidad. Las llamas que emergen detrás del corazón evocan tanto la creencia espiritual como las pruebas personales que a menudo consumen nuestra paz interna. El corazón, con sus bordes nítidos y tonos cálidos, late con un amor que se ha enfrentado a la distancia, la incertidumbre y el autodescubrimiento.

La cruz dorada que corona esta composición es a la vez un peso y una guía, recordando las raíces familiares y espirituales que, aunque a veces se cuestionan, nunca se olvidan del todo. Esta obra refleja el viaje de alejarse para encontrar sentido y, finalmente, regresar a las creencias que una vez parecieron restrictivas, pero que en los momentos más oscuros se convierten en un refugio familiar. Es un testimonio de cómo la fe puede transformarse en un vínculo profundo entre el pasado y el presente, entre el ser y el espíritu.

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